Psicologa Vecindario TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO
TRAUMA: CEREBRO EMOCIONAL VERSUS CEREBRO RACIONAL
Cuando hablamos del trauma, solemos empezar con una historia
o una pregunta: «¿Qué sucedió durante la guerra?», «¿Sufrió tocamientos alguna
vez?», «Le hablaré sobre ese accidente o esa violación», o «¿Tenía alguien de
su familia problemas con la bebida?».
Sin embargo, el trauma es mucho más que una historia sobre
algo que sucedió hace mucho tiempo. Las emociones y las sensaciones físicas
que quedaron impresas durante el trauma se experimentan no como recuerdos, sino
como reacciones físicas perturbadoras en el presente. Para recuperar el
control sobre nosotros mismos, debemos retomar el trauma: tarde o temprano,
deberemos enfrentarnos a lo que nos ha sucedido, pero solo cuando nos sintamos
seguros y cuando no nos vuelva a traumatizar.
La primera consigna es encontrar el modo de manejar la
agitación provocada por las sensaciones y las emociones asociadas con el pasado.
Los motores de las reacciones postraumáticas se encuentran situados en el
cerebro emocional. A diferencia del cerebro racional, que se expresa mediante
pensamientos, el cerebro emocional se manifiesta
mediante reacciones físicas: dolor de tripas, latidos acelerados,
respiración rápida y superficial, sensaciones de desgarro, hablar con un hilo
de voz o con la voz tensa, y los característicos movimientos corporales que
significan colapso, rigidez, rabia o estar a la defensiva.
¿Por qué no podemos ser razonables?; ¿puede ayudar la
comprensión?
El cerebro racional y ejecutivo sabe ayudarnos a comprender
de dónde vienen los sentimientos (por ejemplo, «Me da miedo acercarme a un
chico porque mi padre abusaba de mí» o «Me cuesta expresar mi amor a mi hijo
porque me siento culpable por haber matado a un niño en Irak»). Sin embargo, el
cerebro racional no puede suprimir las emociones, las sensaciones o los
pensamientos (como vivir con una sensación de amenaza o sentir que somos
fundamentalmente una persona horrible, aunque racionalmente sepamos que no
debemos sentirnos culpables porque nos hayan violado). Entender por qué nos
sentimos de cierta manera no cambia cómo nos sentimos. Pero puede evitar
que nos rindamos ante reacciones intensas (por ejemplo, atacar a un jefe
que nos recuerda a nuestro abusador, romper con nuestra pareja al primer
desacuerdo o saltar a los brazos de un extraño). Sin embargo, cuanto más
exhaustos estamos, más deja paso nuestro cerebro racional a nuestras emociones.
Centro de
Psicología María Jesús Suárez Duque
C/ Tunte,6
Vecindario (Frente al Centro Comercial Atlántico, a la derecha de la oficina de
correos)
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